La práctica del parany, ampliamente extendida en la Comunidad Valenciana y Cataluña, se basa en la utilización de árboles impregnados de liga o visc (un pegamento industrial), donde son atraídas las aves migratorias, por medio de reclamos, durante los meses de octubre y noviembre. Es un método de caza no selectivo y masivo, con nefastas consecuencias para el equilibrio ecológico y que supone con amplia vulneración de la legislación en materia de medio ambiente.

Ecologistas en Acción del País Valenciano. Revista El Ecologista nº 39. Primavera 2004.

La caza con barraca o parany (trampa) se practica desde hace muchos años en amplias zonas de la Comunidad Valenciana, Cataluña y Aragón. Cuenta con unos 5.000 adeptos y su finalidad es la caza de especies cinegéticas del género Turdus (zorzales o tordos fundamentalmente). Pero sus medios –utilización de la liga o visc, empleo de rapaces nocturnas, uso de reclamos eléctricos, etc.– y la falta de concienciación de sus practicantes –abandono de los reclamos bucales, captura de especies protegidas– han convertido esta técnica de caza en ilegal.

Sin embargo, esta actividad no ha sido reconocida como ilegal por la administración de la Comunidad Valenciana hasta la temporada 2002, a raíz de las acciones jurídicas emprendidas desde el movimiento conservacionista (1), y aún así sólo ha sido acatada a partir de la temporada 2003, y sólo sobre el papel, pues, como veremos más abajo, es claro que continúa la actividad de caza ilegal. Hasta 2002 la Comunidad Valenciana tenía concedidas oficialmente 3.868 licencias (3.198 en Castellón; 603 en Valencia y 67 en Alicante), aunque el número real es mucho mayor a causa de los cientos de paranys sin control.

Radiografía del parany

La técnica consiste en adecuar todo tipo de árboles, generalmente algarrobos y olivos –aunque hoy en día existen muchos paranys prefabricados hechos con diversos materiales y colocados en cualquier lugar–, en forma de caja, montando un entarimado donde se coloca un entramado de maderas o capolls donde se sitúan las perchas y varetas impregnadas con la liga. Se camufla con ramas vegetales, enredaderas, etc. que dan al espacio un aspecto característico. Durante las noches de octubre y noviembre, se activan los reclamos de zorzales para atraer a los bandos migratorios y, dependiendo de las condiciones meteorológicas, se pueden hacer auténticas masacres que afectan a todas las aves que acuden a posarse sobre el árbol y quedan atrapadas por contacto de la liga en sus plumas (enviscadas). En este momento es fácil su captura al no poder volar. Los paranys pueden estar formados un árbol o por grupos de 2 a 8, aunque se han visto de hasta 30 árboles.

Los paranys han variado mucho con el paso del tiempo, sustituyéndose los reclamos bucales y las aves vivas por magnetófonos (que muchas veces emiten sonidos inaudibles para las personas, no así para las aves), y dejando de ser una forma de supervivencia, un aporte proteico más en tiempos de escasez, para ser un deporte sin sentido. Podemos afirmar con toda rotundidad, que la tradicionalidad, tan revindicada por el colectivo de paranyers, ha ido desapareciendo con el progreso.

Impactos

Son muchos los impactos que esta caza genera en el medio natural, aunque para muchos están justificados por los daños agrícolas que dicen combatir y por motivos económicos.

Caza no selectiva: la liga atrapa a cualquier especie (2, 4), motivo por el que su uso está taxativamente prohibido por la legislación vigente en materia de medio ambiente y caza. Por su parte, la atracción de aves mediante reclamos origina que caigan en la trampa entre un 17 y un 40% de aves diferentes a las que se pretende capturar (5,6).

Caza masiva y comercio ilegal: tan sólo teniendo en cuenta los controles realizados por la propia administración hasta 2002 y sobre la base de 27 días fijos de caza con parany, se estima en 10 capturas de aves protegidas por día y por parany, lo que representa que en poco más de veinte días se cazan entre 1.000.000 y 1.350.000 aves protegidas. Respecto a la captura de zorzales (especie cinegética), todos los estudios hacen estimaciones entre 2 y 3 millones de aves capturadas en cada temporada. Aunque las cifras varían según los años y los paranys: durante 2003, cuando ya era ilegal su uso, hemos podido constatar capturas de más de 1.000 zorzales sólo en un parany, lo que agravaría aún más estas crueles cifras.

Tal cantidad de aves capturadas fomenta un floreciente comercio ilegal que tiene como destino el consumo humano a través de bares, restaurantes, mercados, etc.

Afecciones a especies protegidas: los estudios realizados desde la propia administración (7), constatan la captura de hasta 30 especies de aves diferentes a los túrdidos. Las especies más afectadas son la curruca capirotada (Sylvia atricapilla), el mosquitero común (Phylloscopus collybita) y el petirrojo (Erithacus rubecula). Otras especies afectadas son rapaces como el cernícalo vulgar (Falco tinnunculus) y el ratonero (Buteo buteo), mientras que entre las nocturnas destacan la lechuza (Tyto alba) y el mochuelo (Athene noctua). Más de 300 rapaces son capturadas por este método cada año (2).

Escaso control de las administraciones: esta técnica de caza ilegal, masiva y no selectiva, ha sido y es utilizada por las distintas formaciones políticas, sobre todo en la Comunidad Valenciana, para conseguir votos en las elecciones municipales y autonómicas. De hecho, en muchas propuestas electorales se incluía la legalización del parany. Desde las Direcciones Territoriales de las administraciones públicas implicadas en temas ambientales se ha entorpecido la vigilancia de los agentes ambientales (dando vacaciones al 75% de la dotación durante la época de caza, escatimando medios e informaciones a los agentes, paralizando sanciones, etc.).

Respecto a las sanciones impuestas en lo últimos años, éstas se sitúan entre el 1 y 6% de las licencias otorgadas, siendo en 2003 –año en que ya era ilegal esta actividad– cuando se impone el mayor número de sanciones, 350, lo que representa sólo el 12,5% de los paranys que cazaban ilegalmente. La cifra de sanciones es muy baja, y sobre todo en la provincia de Castellón (comarca de la Plana), donde la densidad de paranys es altísima y, paradójicamente, hay un menor número de multas.

Falta de concienciación: se observa una total apatía por parte de los cazadores hacia los impactos que genera su actividad en el medio. Parece ser que no importan los daños hacia las especies protegidas, ni la función que cumplen para el mantenimiento del equilibrio ecológico, ni la existencia de una legislación para la conservación del entorno, ni siquiera tienen un mínimo de vergüenza para reconocer sus errores (cazar en cualquier momento, con reclamos eléctricos y perdiendo todas sus tradiciones y cultura). La técnica pasa de padres a hijos y no se hace nada desde las administraciones para desarrollar campañas educativas que erradiquen paulatinamente esta masacre.

Manipulación de las pérdidas agrícolas: entre los muchos argumentos esgrimidos por los defensores del parany se encuentran los daños agrícolas. Al género Turdus, y sin la existencia de estudios científicos que lo avalen, se le achacan todas las pérdidas registradas en el sector olivarero de Cataluña y Comunidad Valenciana. Se olvida, como siempre, que las aves migrantes suelen tener dietas muy variadas basadas, además de las fracciones vegetales (bayas silvestres, aceitunas, frutas), en el consumo de invertebrados, insectos y moluscos en porcentajes elevados (8). Sirva como ejemplo demostrado científicamente, que una de las especies protegidas más afectadas por la caza con parany, la curruca capirotada (Sylvia atricapilla), está considerada como un elemento importante de la lucha biológica contra la cochinilla del olivo (Saissetia oleae) (9).

Sin ley en Castellón
Para determinar hasta que punto los cazadores acatan la prohibición total de la caza con liga y parany, vigente desde 2003, Ecologistas en Acción País Valenciano realizó un estudio en la provincia de Castellón desde el 11 de octubre al 2 de noviembre de 2003. Se realizó un control diurno de los árboles-trampa arreglados (con perchas colocadas en posición de caza) y un control nocturno de su práctica (escuchas de reclamos). El estudio va en la misma línea que los seguimientos realizados los dos años precedentes.

De la comparación con los seguimientos de 2001 y 2002 (3), se desprende que en 2003 el 91,3% seguía cazando en los mismos paranys, calculándose que alrededor de 2.800 paranys estaban en activo. Este resultado es coherente con los datos obtenidos por los agentes ambientales de la provincia de Castellón en sus inspecciones.
No cabe duda, por tanto, que el problema está lejos de resolverse aunque la ley esté de nuestra parte.

Notas y Bibliografía

1. Trámites que culminaron con una sentencia judicial nº 517/02 del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana dónde se derogaba el decreto regulador de esta actividad. Más información: http://www.eapv.org/leg.caza.parany.sentencia.TSJ.htm

2. BORT, J. (1990). Estudio de la mortalidad de rapaces nocturnas en la provincia de Castellón. Grup d'Estudi i Conservació de les Rapaces-Ecologistes en Acció.

3. BORT, J.V. & J.L. BORT (2001). Estudio sobre la actividad de caza denominada “parany”. Grup d'Estudi i Conservació de les Rapaces-Ecologistes en Acció.

4. CARRERA, E. (1991). “La caza con liga en Cataluña”. La Garcilla nº 80-81: 24-27. SEO.

5. GUTIÉRREZ, J.E. (1991). La caza de paseriformes en España durante la temporada 89-90. La Garcilla nº 80-81: 12-23. SEO.

6. LUQUE, E. (2002). “La selectividad de los reclamos en la captura de aves”. Circular informativa de APNAL-Ecologistas en Acción. Nº 03.02.

7. CASTANY, J. (1990). Estudio sobre el efecto del visc en las aves paseriformes. Consellería de Medio Ambiente. Generalitat Valenciana.

8. TEJERO, E, SOLER, M. Y CAMACHO, I. (1984). “Alimentación del zorzal común (Turdus philomelos) en olivares de la provincia de Jaén (otoño-invierno)”. Sección Forestal nº.8. Ed. Instituto de Investigaciones Agrarias-INIA.

9. TEJERO, E, SOLER, M. Y CAMACHO, I. (1996). “Alimentación de la curruca capirotada (Sylvia atricapilla) en olivares de la provincia de Jaén durante el periodo de otoño invierno”. Revista Extremeña de Ciencias Naturales ALYTES. Año IV-Vol. VI: 93-103. Ed. ADENEX