El Premio Princesa de Asturias de Cooperación se ha concedido este año a la Cumbre de París, que aprobó, en palabras de Ecologistas en Acción, un acuerdo vacío donde se sacrificaron medidas ineludibles y urgentes por un falso consenso que nos acerca cada vez más a las peores consecuencias del cambio climático.

La puesta en valor del enorme reto que supone el cambio climático es, sin duda, un paso positivo a la hora de impulsar un cambio de modelo económico y productivo que se ajuste a los límites planetarios. Pero es triste que las cientos de miles de luchas contra el calentamiento global que tienen lugar en el mundo (desde las de los pueblos indígenas hasta las de las plataformas antifracking) sigan siendo relegadas del reconocimiento que se merecen.

En su lugar, se premia una conferencia política sobre el clima en la que los gobiernos han sacrificado las medidas que la ciencia señala como imprescindibles, vaciando así de compromisos reales un acuerdo muy necesario para la humanidad.

Estos son algunos de los méritos que deberían tenerse en cuenta para no conceder este galardón:

  1. Obviar objetivos concretos de reducción, legitimando las pretensiones de muchos países e intereses petroleros que nos conducen al colapso climático, y permitir que los compromisos presentados se alejen mucho del objetivo de 1.5ºC, situándonos en un escenario de aumento de la temperatura por encima de los 3ºC.
  2. La desaparición del reconocimiento de los combustibles fósiles como la causa mayor de cambio climático y eliminar el objetivo de descarbonización para que países petroleros como Arabia Saudí firmasen el acuerdo.
  3. La desaparición de mecanismos garantistas que aseguren una correcta financiación para la lucha contra el cambio climático, manteniendo además mecanismos injustos como la mercantilización de los bosques, las tierras y el carbono.
  4. Ceder a las presiones de EE UU para que el acuerdo no fuese vinculante y, por tanto, careciese de la fuerza legal oportuna.
  5. Eliminar cualquier mecanismo que permitiese obligar al cumplimiento de los compromisos por parte de los países y obviar la necesidad de dejar el 80% de los combustibles fósiles bajo tierra.

Ecologistas en Acción quiere dejar patente su malestar. Una vez más, se premia a una institución que ha estado muy lejos de sus obligaciones, donde la diplomacia ha buscado una foto más que una solución al cambio climático, sacrificando con ello cuestiones fundamentales que deberían haberse acordado, independientemente de si se llegaba a un consenso o no. Se dignifica así un proceso hecho a la medida de los mercados y las falsas soluciones en vez de para intentar salvar a la humanidad.