Diversas asociaciones asturianas saldrán a la calle para desenmascarar la Economía Verde en torno a la cual giran estos días las negociaciones internacionales de la Conferencia de Naciones Unidas en Río de Janeiro.

Los gobiernos reunidos a partir de hoy en la Conferencia de Río+20 pretenden impulsar la Economía Verde como fórmula de resolver las crisis del planeta. Diversas asociaciones sociales y ambientales denuncian que detrás de este concepto, aparentemente positivo, se esconde un paso más hacia la apropiación y privatización de los bienes comunes como el agua, la tierra, los bosques y de los servicios que realizan los ecosistemas, que profundizará la crisis ambiental y limitará aún más el acceso a los recursos por parte de una buena parte de la población.

Veinte años después de la Cumbre de Río 92, el diagnóstico de la situación no puede ser más desalentador. La explicación esgrimida, con la que se nos pretende hacer comulgar, es que los mercados han fallado a la hora de resolver la pobreza y la crisis ambiental porque no han tenido las señales adecuadas. Lo que se trata ahora, con la Economía Verde, es poner precio a todo lo que no lo tiene para darle las señales adecuadas a los mercados y supuestamente corregir así su funcionamiento. En opinión de los convocantes no se puede confiar a los mismos mercados que han devastado el planeta, la solución de los problemas de una crisis que además de social y económica es del conjunto del sistema, ecológica y democrática.

La Economía Verde será un nuevo filón para los mercados financieros. Los inversores internacionales están llamados desde Naciones Unidas a financiar la transición hacia este nuevo capitalismo verde, lo que puede dar lugar a burbujas especulativas de los recursos naturales.

Por ello los convocantes realizarán una acción, el próximo domingo 17 de junio, a las 12:30 h., junto al kiosco de la música, en el paseo de Begoña, y el martes, día 19, para no coincidir con las movilizaciones del día 20, en la plaza de El Parchís, a las siete de la tarde, seguida de una mesa redonda, en la sala de conferencias del Centro Cultural Antiguo Instituto de Gijón.

Muchos de los proyectos que actualmente se vende como verdes o sostenibles no son otra cosa que pasos en la profundización del modelo insostenible actual. Así, se nos dice que la fractura hidráulica es supuestamente una energía de transición por las menores emisiones del gas, la captura de carbono se nos vende como una forma de avanzar a una economía baja en carbono a pesar de que perpetúa el modelo energéticos, los biocombustibles son anunciados como sostenibles a pesar de los fuertes impactos sociales y ambientales que tienen en los países del Sur, el AVE se vende como transporte limpio a pesar de todos sus impactos, los transgénicos anuncian un falso mundo sin pesticidas.

Según las organizaciones convocantes, Río+20 puede significar un punto de no retorno en al profundización de un modelo insostenible, con negativas consecuencias e impactos a escala global y también en Asturies.

Ecoloxistes n'Aición, ANA, Coordinadora Ecoloxista, Soldepaz Pachakuti, Picu Rabicu, L'Arcu la Vieya, Cambalache, La Simiente, Grupos de Medio Ambiente del 15M, Coordinadora de ONGD del PA.

Manifiesto

Los colectivos que apoyamos este manifiesto nos dirigimos a la sociedad asturiana con la finalidad de hacerla participe de nuestras preocupaciones sobre las consecuencias de los acuerdos en Río+20.

Hace ahora 20 años (junio de 1992) se celebró en Río de Janeiro (Brasil) la Conferencia de las NN.UU. sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, conocida como Cumbre de la Tierra, donde se estableció por primera vez una agenda global para el “desarrollo sostenible”. En ella se adoptaron convenios internacionales [1] con la pretensión de poner en marcha acciones destinadas a proteger el planeta y la vida en él, y contribuir a que todas las personas pudiesen acceder a una vida digna.

En ese momento, muchas organizaciones sociales, ecologistas, ciudadanas, etc. saludaron y apoyaron los convenios y acuerdos allí adoptados. También en Río, y al mismo tiempo en Porto Alegre, se empiezan a desarrollar nuevas formas de participación ciudadana (Agenda 21, Presupuestos participativos, etc.) con el objetivo de impulsar el necesario desarrollo de una democracia dinámica y en permanente construcción.

Pero las grandes promesas de Río 92 han fracasado, han resultado una farsa. Hoy, 20 años después de la Cumbre de la Tierra, la vida en el planeta se ha vuelto más difícil para la mayoría de la humanidad. El número de personas hambrientas ha aumentado a casi mil millones, lo que significa que una de cada seis personas está pasando hambre, principalmente mujeres y niños del campo. Mientras tanto, el medio ambiente se degrada rápidamente, la biodiversidad está siendo destruida [2], los recursos hídricos empiezan a escasear y se contaminan, la desertificación y la deforestación siguen avanzando de la mano de la agricultura industrial y la expansión de los agronegocios y de las plantaciones de monocultivos, las emisiones de gases de efecto invernadero no se atajan, el calentamiento de nuestro planeta no se ha detenido sino que se ha acelerado y agravado, la expulsión de l@s campesin@s y de los pueblos indígenas de sus tierras y territorios sigue avanzando de manera acelerada.

En plena crisis financiera la imposición a las poblaciones de políticas de ajuste y recortes en los servicios públicos se hace con el aumento del autoritarismo y la represión, poniendo en grave peligro muchas de las conquistas democráticas habidas hasta ahora. Todo ello pone en riesgo nuestro futuro en la Tierra, mientras que se incrementa la pobreza y la desigualdad con especial incidencia en las mujeres.

El gran engaño de 1992 fue el “desarrollo sostenible”, un lavado de cara en la búsqueda de nuevas formas de acumulación de capital, que hoy, nuevamente, en Río+20, buscan su legitimación mediante una nueva fachada, bajo el nombre de “economía verde”.

Desde hace años muchos colectivos venimos trabajando, desde la perspectiva de la Justicia Ambiental y Social, para la implantación en nuestra sociedad de una autentica economía verde. Pero hoy constatamos el secuestro de este concepto por las grandes corporaciones y el sector financiero, que con el disfraz de un capitalismo amable y responsable con el planeta, opera una vuelta de tuerca más en la privatización de los bienes comunes y en la continuidad de un sistema de explotación e injusticias.

Tras Río+20 se hablará de la “economía verde” y estará en el centro de los debates como “nuevo” motor de desarrollo, nuevo brazo neoliberal que conllevará la extrema mercantilización de la naturaleza y la entrega de mayor poder a las corporaciones y al sistema financiero. Para la “economía verde” la naturaleza pasa a ser “capital natural”. Con la “economía verde” se busca no sólo la mercantilización de la parte material de la naturaleza sino la mercantilización de los procesos y funciones de la naturaleza a través del comercio de los servicios que prestan los ecosistemas. Así, por ejemplo, la “economía verde” busca ya no sólo mercantilizar la madera de los bosques sino también su capacidad de absorción de dióxido de carbono.

Vemos cómo, mientras existen recursos financieros ilimitados para apoyar al sistema financiero responsable de la actual crisis, se eliminan o deterioran los servicios públicos que satisfacen necesidades humanas y no existe ninguna ayuda para impulsar la necesaria reestructuración ecológica del sector energético, minero y agro-ganadero de Asturias.

Nos oponemos decididamente a la mercantilización de la tierra, del agua, de las semillas, de los alimentos, de la naturaleza y de la vida humana. Sabemos que “la humanidad está frente a una gran disyuntiva: continuar el camino del capitalismo, la depredación y la muerte o emprender el camino de la armonía con la naturaleza y el respeto a la vida”.

No hay salida a la crisis actual con las soluciones del pasado basadas en el alto consumo de recursos naturales y energía¸ una crisis que además de social y económica es del conjunto del sistema, ecológica y democrática. Esas políticas, que en Asturias se concretaron en la construcción del AVE, las Autovías, el Superpuerto del Musel, las urbanizaciones costeras, etc., necesitan modificarse dentro del marco limitado que nos impone la naturaleza y adaptarlo a sus límites para hacerlo viable; necesitamos una profunda reconversión ecológica de la economía que impulse actividades de bajo consumo en materia y energía y visibilice esas 2/3 partes del trabajo realizado en el mundo, que es trabajo no remunerado y del que el 80% es trabajo de cuidados llevado a cabo mayoritariamente por las mujeres y que no es reconocido ni social ni económicamente pero que está dirigido al bienestar emocional y material más inmediato y es fundamental para el mantenimiento de la vida. A su vez, es necesario suprimir aquellos sectores inviables desde el punto de vista medioambiental y debemos replantearnos muy seriamente las formas de consumo: ¿qué, cómo y dónde consumimos?

Nuestro reto es restituir otra manera de relacionarnos con la naturaleza y entre los pueblos. Ese es nuestro deber y nuestro derecho y por ello luchamos y llamamos a seguir luchando incansablemente por la construcción de la soberanía alimentaria, por la reforma agraria integral y la recuperación de la vida rural y las agriculturas campesinas, mediante la implantación de sistemas de producción basados en la agroecología. Por poner fin a la violencia del capitalismo patriarcal, con negativas consecuencias e impactos a escala global y también en Asturies.

No a las falsas soluciones del capitalismo verde
Contra la mercantilización de la vida y la naturaleza
En defensa de los bienes comunes
Agricultura campesina, ¡ya!
Soberanía alimentaria, ¡ya!

Ecoloxistes n'Aición, ANA, Coordinadora Ecoloxista, Soldepaz Pachakuti, Picu Rabicu, L'Arcu la Vieya, Cambalache, La Simiente, Grupos de Medio Ambiente del 15M, Coordinadora de ONGD del PA.

Notas

[1] Convenios sobre la Diversidad Biológica, sobre el Cambio Climático y sobre la Lucha contra la Desertificación.

[2] El Convenio de Biodiversidad no detuvo la destrucción de la biodiversidad y fortaleció y generó nuevos mecanismos destinados a privatizarla y convertirla en mercancía.