El 25 de junio se cumple un año de la declaración del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama. En este tiempo la Consejería de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid viene desinformando, achacando logros en conservación ajenos a este espacio. La masificación de los enclaves más conocidos pone en riesgo su conservación. Los privilegios del visitante ahogan el futuro de los municipios, condenados a convertirse en suministradores de servicios turísticos. Ecologistas en Acción no valora positivamente el primer aniversario de este espacio protegido.

Aunque el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama (PNSG) se aprobó el 25 de junio de 2013, hasta la primavera de 2014 no se han constituido los órganos de gestión (comisión de gestión y nombramientos del codirector madrileño y codirectora castellanoleonesa). De hecho ni en 2013, ni en 2014 ha contado con asignación presupuestaria propia y, de momento, tampoco está aprobado el convenio de financiación entre el Estado y el Parque Nacional. En este contexto resulta difícil asumir que el PNSG haya conseguido algún logro porque administrativamente no ha existido hasta hace escasas semanas.

A pesar de ello, la Consejería de Medio Ambiente viene afirmando que gracias al Parque Nacional se ha avanzado en conservación. Se pone como ejemplo el establecimiento del lobo. Sin embargo no aporta dato alguno que acredite la presencia estable de esta especie, más allá de un vídeo grabado fuera de los límites del Parque Nacional. Incluso, en la memoria de actividades, aprobada el 9 de junio pasado, no se hace mención alguna a esta especie en Madrid.

Otro dato es el incremento de parejas de buitre negro, achacado al Parque Nacional. Pero de las 110 parejas existentes en la ladera madrileña, no llega ni a media docena las que están dentro del nuevo espacio. Además la recuperación de esta especie no se debe al PNSG si no a la labor, durante décadas, del ya derogado Parque Natural de Peñalara. Igual sucede con la recuperación de la rana patilarga, un éxito del equipo de investigación del extinto Parque de Peñalara en colaboración con el Museo Nacional de Ciencias Naturales. Estos logros en materia de conservación, nada tienen que ver con la declaración del Parque Nacional, al contrario podrían verse perjudicados por la masificación -esa sí- promovida por la administración dirigida por Borja Sarasola.

Desde hace un año se publicita el Parque Nacional como si de una gran superficie comercial se tratase. Se mide el número de visitantes por millones, sin que hasta la fecha se haya realizado, ni iniciado un estudio de capacidad de acogida que determine la cantidad y modalidad de visitantes que puede soportar sin poner en riesgo su conservación. Enclaves como La Pedriza, en Manzanares el Real, el valle de la Fuenfría en Cercedilla, el puerto de Cotos y Peñalara en Rascafría, están saturados. La falta de control de los visitantes provoca problemas de conservación, como por ejemplo en La Pedriza o en Fuenfría.

En relación a la población local, tampoco se producen avances. Se la dirige a satisfacer la demanda de servicios turísticos de los visitantes, olvidando la identidad y necesidades de cada municipio. Los planes de desarrollo socioeconómico característicos de los espacios protegidos anteriores al Parque Nacional, desaparecen. Un ejemplo paradigmático es el de los centros de educación ambiental existentes en diferentes municipios (Cercedilla, Rascafría, Manzanares el Real) que se convierten en centros de visitantes. La labor educativa destinada a la población escolar local que se realizaba desde estos centros desaparece para transformarse en asistencia al visitante.

En definitiva, a juicio de Ecologistas en Acción el balance del primer aniversario del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama no es positivo. El nuevo espacio protegido se presenta como un objeto de consumo mientras su conservación, finalidad principal de un parque nacional, así como el desarrollo sostenible de las poblaciones de su entorno, despiertan muy poco interés entre políticos y gestores.