Con el comienzo de las primeras precipitaciones y la llegada de las aves invernantes, se desata en sierras y campiñas una persecución silenciosa de cientos de miles de pequeñas aves insectívoras y frugívoras, protegidas por la normativa ambiental, al tratarse de especies extraordinariamente beneficiosas para los ecosistemas naturales y para la sociedad.

Por estas fechas, entre los meses de octubre y diciembre, miles de pájaros que buscan abrigo en el cálido y hospitalario monte mediterráneo, sufren una persecución particularmente traicionera por parte de algunos cientos de personas, la mayoría por entretenimiento, para consumo propio o para su posterior venta en un mercado de proximidad. Para ello, se desplazan a los lugares más querenciosos para estas aves, pertrechados de costillas o perchas metálicas. Las “costillas” o “perchas”, es un sistema de caza ilegal, sin embargo, se sigue utilizando con cierta normalidad dentro de un segmento de la población. Las capturas van a parar principalmente al consumo propio, el consumo de proximidad, familiar, amigos, y a establecimientos públicos de confianza como recurso económico, aunque cada vez menos en este último caso, gracias a la actuaciones de los agentes de la autoridad.

Lamentablemente, no resulta nada extraño localizar durante los meses otoñales, en riberas de ríos y arroyos, ribazos, claros de veredas o en las manchas de matorral noble mediterráneo, costillas con cebo vivo (hormigas aladas conocidas como “alúas”). De esta forma, dejan su vida, cientos de miles de pájaros insectívoros y frugívoros, protegidos por la normativa ambiental comunitaria, nacional y autonómica.
Ecologistas en Acción solicita a la Delegación Territorial de la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio, al Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil, a la Policía Autonómica, así como a las ayuntamientos, la puesta en marcha de un dispositivo de vigilancia durante los dos próximos meses, estableciendo, si fuese conveniente, servicios especiales coordinados entre las distintas administraciones públicas.

La labor de vigilancia habría que intensificarla especialmente en las orillas de los arroyos y en los terrenos más soleados, con presencia de masas arbustivas de monte mediterráneo y acebuches. Son este tipo de medios forestales donde se dan las mayores densidades de algunas de las especies más perseguidas por los “pajariteros”.
Queremos resaltar que estas aves son nuestros principales aliados en el control biológico de plagas agrícolas y forestales, ya que actúan como auténticos insecticidas biológicos, reduciendo el impacto negativo de éstas en los cultivos agrícolas y masas vegetales. Según diversos estudios, algunas especies capturan más de 2,5 kilogramos de insectos al año. También merece la pena destacar la función esencial que cumplen estas aves en la diseminación de semillas de numerosas especies de arbustos y árboles silvestres. Después de consumir las nutricionales pulpas de los frutos, estos pequeños pájaros defecan o regurgitan intactas las semillas contenidas en los frutos, facilitando con ello, la colonización de nuevos hábitats y disminuyendo la competencia entre progenitores y progenie.