La intensa ola de calor que afecta a Castilla y León en el inicio del mes de septiembre y el funcionamiento de las cuatro centrales térmicas de carbón de la Comunidad Autónoma han provocado que se disparen los niveles de ozono en la Montaña Norte de Castilla y León, afectando a una amplia superficie de 12.000 kilómetros cuadrados con 150.000 habitantes y numerosos espacios naturales protegidos, como el Parque Nacional de los Picos de Europa.

En la tarde de hoy miércoles, la Consejería de Fomento y Medio Ambiente ha difundido un comunicado en el que alerta de la superación en la zona citada del umbral de información de ozono, establecido por la normativa española y europea en 180 microgramos de ozono por metro cúbico de aire en una hora. Esta superación se ha producido en la estación de control de la contaminación de Lario, donde entre las 6 y 7 de la tarde se ha alcanzado un nivel de ozono de 182 microgramos por metro cúbico, culminando una semana de muy mala calidad del aire.

La previsión de la superación de este umbral, obliga a las autoridades autonómicas a advertir a las personas más sensibles a la contaminación atmosférica, tales como niños, ancianos, mujeres gestantes o personas con problemas respiratorios o cardiovasculares, de que se protejan evitando en las horas centrales del día y al atardecer cualquier esfuerzo físico y los ejercicios al aire libre. También deben informar sobre la previsión de evolución de la contaminación, las áreas afectadas y la duración del episodio.

No obstante, este aviso preventivo se ha retrasado hasta pasadas las 6 de la tarde, a pesar de que a las 5 y 6 de la tarde ya se habían registrado 165 y 168 microgramos por metro cúbico, respectivamente, advirtiendo tarde de que se iba a alcanzar la situación de riesgo sanitario en la zona de la Montaña Norte de Castilla y León a través de un comunicado rutinario emitido a través del Servicio de Emergencias 112, al que con seguridad no ha podido acceder la mayor parte de las personas sensibles a la contaminación antes de verse expuestas a la misma.

Además, desde el 1 de septiembre en la estación de Lario y otras próximas como La Robla, León, Guardo y Ponferrada (no se publican los datos de otras 9 estaciones privadas) se venían registrando superaciones del objetivo legal de protección de la salud, por lo que la situación de mala calidad del aire no ha sido repentina. A pesar de ello, la Junta de Castilla y León no ha paralizado cautelarmente las centrales térmicas de carbón de Anllares, Compostilla, La Robla y Guardo, junto a las asturianas causantes del episodio de ozono en la Montaña de León.

En opinión de los ecologistas, se reitera de esta manera el escaso interés con el que las autoridades autonómicas afrontan la lucha contra la contaminación atmosférica, que cuesta cada año cientos de vidas en Castilla y León y graves daños a nuestros bosques y cultivos, ante la completa pasividad de nuestro Gobierno. Una actitud negligente por la que Ecologistas en Acción ha denunciado este verano ante los Tribunales de Justicia y la Unión Europea a la Junta de Castilla y León, que acumula una década de retraso en la elaboración del preceptivo Plan de Mejora de la Calidad del Aire para reducir la contaminación atmosférica por ozono.

Precisamente la próxima semana se debaten en la Comisión de Medio Ambiente de las Cortes de Castilla y León varias proposiciones no de ley de los grupos parlamentarios socialista, de Podemos y de IU-EQUO que pretenden instar a la Junta de Castilla y León para que cumpla con sus obligaciones legales elaborando el obligado Plan de Mejora de la Calidad del Aire y publicando los datos de las estaciones de control de la contaminación, incluidas las privadas.

El ozono troposférico, también conocido como ozono “malo” por contraposición al de la estratosfera, es un contaminante secundario producido por la reacción entre el dióxido de nitrógeno y los hidrocarburos emitidos por los automóviles y algunas industrias, en presencia de radiación solar. Por inhalación, provoca irritación de los ojos y vías respiratorias superiores, reducción de la función pulmonar, un incremento del riesgo de enfermedades respiratorias agudas (asma, EPOC) y el agravamiento de patologías cardiovasculares.

La OMS estima en 1.800 los fallecimientos prematuros anuales en España producidos como consecuencia de la exposición a niveles de ozono como los registrados estos días en buena parte de Castilla y León. El ozono, además de para las personas, es también tóxico para la vegetación, dañando los bosques y reduciendo la productividad de los cultivos.