Vecinos del barrio de la Victoria nos comentan indignados que se están volviendo a podar los ficus de esta barriada, que apenas se habían recuperado de la anterior poda, y cuando más necesaria es la sombra que dan estos árboles ante el verano especialmente duro que soporta la ciudad este año. Nadie encuentra explicación a esta fijación por dejar a los ficus exhaustos y peligrosamente mermados de las hojas que permiten la supervivencia del árbol a la vez que nos aportan sombra, humedad y oxígeno.

Es especialmente ilógico que las podas de estos ficus dejen sus copas reducidas a la mínima expresión, dándoles el aspecto de cerillas, cuando precisamente la mayor virtud de estos árboles es el gran tamaño de sus copas. Esta virtud de los ficus, especialmente patente en la especie Ficus microcarpa, la más abundante en la ciudad, es la que convenció a los urbanistas de principios de siglo de la conveniencia de usar esta especie para decorar y dar sombra en las grandes capitales mediterráneas. Podemos ver un ejemplo claro en la vecina ciudad de Málaga, donde las copas de estos árboles ocupan toda la anchura de la calle, y hace que calles como la Alameda sean las más transitadas por los peatones de la ciudad. Otras muchas ciudades mediterráneas apuestan por esta especie para decorar y dar sombra a sus calles, y es muy triste ver cómo siendo árboles mucho más jóvenes que los de Melilla, sus copas superan ampliamente en tamaño a la de nuestros casi centenarios árboles, como en estos ficus jóvenes del centro de Murcia.

Hace tiempo que venimos quejándonos de este desatino, e incluso en alguna ocasión hemos cursado denuncias a la administración, obteniendo la callada por respuesta. Cada vez más es la ciudadanía la que está expresando su indignación ante esta política de podas indiscriminadas, aunque el resultado por ahora sigue siendo nulo. No cejaremos en la denuncia de este desatino que nos hurta la sombra en una ciudad muy necesitada de ella y que amenaza con acabar con la vida de los ficus centenarios de Melilla, un patrimonio que constituye todo un emblema de Melilla, y que alguien en los últimos años ha decidido dilapidar.