Ecologistas en Acción considera que la utilización de la bicicleta como medio de transporte urbano es un derecho que numerosos ciudadanos no pueden ejercer porque los Ayuntamientos no ponen los medios necesarios para que se pueda circular en bici por la ciudad en condiciones mínimas de seguridad y eficacia. De hecho, la mayoría de los Ayuntamientos tienen “políticas de tráfico” ancladas en el pasado, que no consideran que la bicicleta sea un medio de transporte más. Por ello, la bicicleta no es tenida en cuenta en el diseño de las calles, la organización de la circulación, los cruces semafóricos o la provisión de aparcamientos para las mismas, así como en su combinación con el transporte público.

En este sentido, las ciudades españolas están a la cola de las ciudades de la Unión Europea, en muchas de las cuales las bicicletas han vuelto a reconquistar el espacio urbano gracias a sus innumerables ventajas. También hay ejemplos en el Estado español (Córdoba, San Sebastián, Barcelona…) pero en ningún caso se ha avanzado tanto como sería deseable y posible.

Según la Unión Europea, la mitad de los viajes que se realizan en coche en nuestras ciudades son recorridos de menos de 3 km, algo que costaría recorrer en bicicleta sólo unos pocos minutos. Además, la velocidad media de circulación no supera en muchas ciudades los 15 km/h, velocidad fácilmente superable con una bici. De hecho, en muchas pruebas comparativas de medios de transporte, se obtiene el mismo resultado una y otra vez: que la bicicleta es más rápida, más eficaz en el consumo energético y menos cara que cualquier otro medio de transporte urbano para distancias por debajo de los 6-8 km (la mayor parte de los desplazamientos urbanos). Sólo hace falta que se permita a las bicicletas circular en condiciones de confort y seguridad.

Este año, que el Día sin Coches y la Semana de la Movilidad están dedicados al cambio climático, la eficiencia energética de la bici es aún más relevante. Los datos no dejan lugar a dudas: se calcula que 1 kWh te permite recorrer nada menos que 31,5 km si eliges la bicicleta, 23,2 km si caminas, y apenas 1,1 km si vas en coche. Si tenemos en cuenta que la mitad de las emisiones que provocan el cambio climático por parte del transporte las producen los coches en las ciudades, todo conductor que aparque su coche y suba a una bicicleta será una contribución importante en la lucha contra el cambio climático.

Para Ecologistas en Acción, es la “falta de seguridad” el principal problema que retrae a muchos ciudadanos del uso de la bici en la ciudad. El automóvil es el que genera esta inseguridad: por su tamaño, potencia y velocidad, constituye un peligro para los otros usuarios de la calle. Esta situación se agrava por la agresividad de muchos conductores, que no respetan ni límites de velocidad, ni pasos de peatones, ni aceras, ni carriles-bus o bici, ante la pasividad y “comprensión” de las autoridades municipales.

Por este motivo, Ecologistas en Acción exige a los Ayuntamientos las siguientes medidas a favor de la bicicleta:

- La construcción de una red de carriles-bici en las principales vías urbanas, sobre la calzada y con separador donde sea necesario, que permita circular en bici con seguridad interconectando todos los barrios de la ciudad y éstos con el centro.

- La pacificación del tráfico en el interior de los barrios, con zonas de 30-20 km/h que permita la coexistencia de tráficos, con prioridad a peatones y ciclistas.

- Aparcamientos seguros para bicicletas en los puntos neurálgicos de la ciudad: desde estaciones e intercambiadores de transporte, pasando por centros de enseñanza, centros públicos, polideportivos, zonas de ocio, etc.

- Medidas que permitan la combinación de la bici con el transporte público, desde la posibilidad de transportarla a la mejora de la accesibilidad de las estaciones.

Ha llegado la hora de democratizar la calle, dándole prioridad a sus principales usuarios, los peatones, y reduciendo el abusivo espacio ocupado por el automóvil, para permitir la expansión de otros modos de transporte más racionales, eficaces, seguros y sostenibles: no sólo el transporte público, sino también la bicicleta.