El coche es el medio de transporte que mayores impactos sociales y ambientales ocasiona. Todo ello se debe a que es el transporte más ineficiente: el que más energía y espacio público requiere por persona transportada. El consumo tan alto de energía es el responsable de la contaminación del aire y de la emisión de CO2, el consumo de espacio es el responsable de los atascos, de las innumerables infraestructuras que nunca sacian su incremento, y de la cantidad de espacio publico que se dedica a aparcar. Además están los accidentes y los efectos psicológicos sobre el resto de usuarios: ciclistas y peatones, que perciben las calles con miedo o desinterés.

Todos estos efectos se ven muy incrementados por las bajas tasas de ocupación de los coches: 1,2 personas, casi el mínimo. Si los coches fueran ocupados con mayores tasas de ocupación: con tres o cuatro personas, todos los impactos se verían reducidos tres o cuatro veces, por ejemplo. El consumo de energía por persona transportada se vería reducido, al igual que el espacio público y el resto de impactos.

Siendo conscientes de que las ciudades han ido creciendo y se han ido diseñando para y por el coche, es perfectamente entendible que muchas personas se vean abocadas a tener que recurrir al coche en sus desplazamientos cotidianos.

Una buena forma de reducir esos impactos es compartir el coche con otras personas. De esta forma se incrementan las tasas de ocupación, se reducen los impactos debidos al mismo, y se asumen, también, los costes económicos tan elevados que supone el automóvil privado para sus propietarios.