Un potencial desaprovechado por la poca decisión de las Administraciones.

Daniel López Marijuán, Ecologistas en Acción de Cádiz. Revista El Ecologista nº 45.

Como todo proyecto novedoso y con unas repercusiones en el medio ambiente del todo evidentes, los planes de instalar a pocas millas de la costa de Conil y Barbate (Cádiz) varios parques eólicos de considerable potencia han suscitado controversias y opiniones encontradas. Ante esta situación de polémica –nada nuevo tratándose de la energía eólica– en este texto se aportan unos criterios de racionalidad ecológica respecto a la energía eólica en general y la marítima en particular.

Frente al rechazo casi general que los primeros proyectos eólicos suscitaron en el movimiento ecologista español, cierto consenso se ha conseguido. Para ello ha sido necesario conseguir que los parques eólicos no se ubicaran de forma desordenada y que se mitigaran los impactos sobre fauna, vegetación y paisaje. Todo ello para asegurar la contribución de una energía limpia a la reducción de los gases de efecto invernadero y para garantizar un sector económico generador de puestos de trabajo.

Según datos del IDAE, en España se han invertido más de 4.000 millones de euros en energía eólica, se han creado más de 350 empresas y más de 70.000 puestos de trabajo, evitando que se emitieran a la atmósfera la friolera de 9 millones de toneladas de CO2. Los más de 8.000 MW de potencia instalada y en funcionamiento en la actualidad situaban a España en el segundo puesto mundial en energía eólica. El crecimiento ha superado con creces todas las previsiones, por lo que se quedan cortos todos los horizontes, tanto el del Plan de Fomento de las Energías Renovables, que preveía solamente 9.000 MW para el fin de esta década, como el Plan de Infraestructuras Energéticas, que lo elevaba a 13.000 MW. Podemos aspirar a disponer de 20-25.000 MW en 2010.

La producción eólica, que ya ha superado la potencia neta instalada de la energía nuclear, durante 2004 abasteció el 6,5% de la demanda eléctrica española. Se calcula que cada megavatio instalado genera 20 empleos: el Worldwatch Institute ha calculado que la misma unidad energética producida por energía eólica crea 5 veces más puestos de trabajo que en una central térmica.

El error de apoyar la energía eólica en teoría, para pasar a continuación al rechazo de todos los proyectos concretos, es algo que el movimiento ecologista no debe repetir. Kilovatio eólico generado es kilovatio térmico evitado, por lo que es importante diseñar todo el potencial eólico que puede hacer frente al efecto invernadero, sin necesidad del mercadeo de cuotas de emisión.

Eólica off-shore

La energía eólica marina (off-shore) puede contribuir de forma rotunda al desarrollo de esta energía, pero sólo si se hace bien. De momento, no hay ningún plan de ordenación que regule estas instalaciones que inevitablemente vendrán.

Greenpeace hizo público el informe Viento en Popa, en el que reconoce a la franja costera española un potencial eólico explotable de hasta 25.000 MW, de los que se podrían instalar en una primera fase unos 1.000 o 2.000 MW. Si queremos llegar como en Dinamarca a que los parques eólicos abastezcan el 20% de la electricidad, esta puede ser una herramienta ambiciosa, pero para ello hay que transitar con racionalidad y con acuerdo; es decir, hay que garantizar que los proyectos se llevan a cabo con la mejor tecnología disponible, reduciendo impactos ambientales y alcanzando consensos sociales.

Desde que se hizo pública la intención de EHN y de INR de ejecutar un parque eólico en la costa gaditana, seguido de los de Umweltkontor y de Capital Energy, la posición de Ecologistas en Acción fue diáfana: si el proyecto a evaluar resuelve los impactos ambientales, no genera perturbaciones en las rutas migratorias de las aves, no afecta a los caladeros de pesca litoral y asegura la evacuación de la electricidad generada sin problemas, el proyecto sería asumible desde posiciones de racionalidad ecológica y de compromiso con el desarrollo sostenible.

La experiencia acumulada con las plantas off-shore en funcionamiento en Dinamarca nos demuestra que se puede verter energía limpia a la red solucionando los problemas ambientales. Cuando en la provincia de Cádiz existen proyectos de construir 5.500 MW de centrales térmicas de gas natural, que se sumarían a los 568 de la térmica de carbón de Los Barrios y a los 753 de la de fuel-gas de Bahía de Algeciras, apoyar decididamente los proyectos eólicos es para los ecologistas una herramienta necesaria para frenar esta avalancha de centrales contaminantes y contribuir a luchar contra el efecto invernadero. Un parque eólico de 250 MW evita la emisión de medio millón de toneladas de CO2, por lo que se convierte en un formidable aliado para cumplir los compromisos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.

Para ello sería imprescindible garantizar la prioridad de acceso a la red para la electricidad eólica sobre la que procede de los combustibles fósiles (y por supuesto de las centrales nucleares), eliminando todas las restricciones que todavía subsisten. También la fijación de una prima específica para retribuir la electricidad eólica marina, como apunta el informe de Greenpeace, sería un instrumento indispensable para asegurar su viabilidad económica y para financiar su nula contribución a la contaminación atmosférica y liberación de CO2. El coste de los nuevos parques eólicos marinos es casi el doble de los terrestres, por lo que se requiere de una retribución especial.

En Trafalgar hay hasta la fecha 4 proyectos de eólica marina presentados. El más ambicioso es el de un consorcio formado por EHN (68%), INR (25%) y Cupimar (7%), que pretende instalar 273 aerogeneradores de 3,6 MW, con una inversión de 1.800 millones de €, lo que representaría 983 MW de potencia total. El de Capital Energy es de 246 MW, repartidos en 123 aerogeneradores de 2 MW. La empresa Umweltkontor planteaba 250 MW, pero se ha desgajado en dos que optan por lo mismo: NEK Eólica y OWP Cabo de Trafalgar. Estas últimas presentan aspectos poco solventes, por lo que a falta del obligado estudio de impacto ambiental, seguramente deberían ser descartadas.

Los otros proyectos de eólica marina en el Estado español son de Capital Energy y se ubicarían en Tarragona (Delta del Ebro) con 432 MW y en el norte de Castellón con 384 MW. En conjunto estaríamos contemplando, por tanto, algo más de 2.000 MW de energía eólica marina en los dos mejores emplazamientos de nuestra geografía y que sería incoherente rechazar si solventan todos los problemas ambientales: representarían la posibilidad real de dejar de emitir 6 millones de toneladas de CO2 al año.

Duro revés

Pero los proyectos andaluces han sufrido un duro revés tras la precipitada desautorización por parte del presidente andaluz, Sr. Chaves, que rápidamente ha sido seguida por sus acólitos. Frente a esta posición, que no parte de un análisis detallado del interés de esta energía sino que más bien busca eludir posibles conflictos, el Foro de la Energía Eólica Marina de la Diputación de Cádiz, recientemente creado, es una iniciativa mucho más interesante y creativa. A finales del verano de 2005 este Foro ha planteado unas conclusiones en términos mucho más razonables: analizar en detalle los impactos positivos y negativos, plantear una Evaluación Ambiental Estratégica de los proyectos, así como un Plan Eólico Marino, etc.

A poco que se analicen, muchos de los argumentos que se están esgrimiendo para rechazar esta energía limpia se caen por su peso, o bien pueden hallarse soluciones razonables. Que la energía eólica marina acabaría con los recursos pesqueros de la costa (algo que está por demostrar) es uno de estos argumentos, pero perdería su justificación si se acuerda que sólo se acepten proyectos que se alejen de los caladeros tradicionales. Otro argumento, el del impacto paisajístico, aunque no desdeñable, en realidad no es tan crudo: a la distancia de 10 km los aerogeneradores se verían como un bolígrafo a 15 metros. En cuanto a la interferencia sobre las rutas migratorias de las aves también debe ser estudiada, de forma que no exista una incompatibilidad…

El juego de pelota y la ausencia de compromiso de todas las Administraciones que se están inhibiendo de sus responsabilidades a la hora de potenciar y desarrollar este recurso energético, son patéticos. La Junta de Andalucía y su flamante Agencia Andaluza de la Energía no se atreven a planificar este recurso, rebotando el compromiso a otras Administraciones. El Ministerio de Medio Ambiente lleva cinco años sin decir esta boca es mía, a pesar de conocer los proyectos de eólica off-shore y de observar cómo en otros países europeos se desarrolla sin mayores problemas.

El temor a la oposición social provoca parálisis y el esfuerzo de pedagogía ciudadana se queda en nada. Mientras tanto, el despilfarro energético, cabalgando en un consumismo atroz y una ineficiencia en el uso y transformación de la energía de escándalo, no tiene ningún correctivo. Mucho nos tememos que el recién anunciado Plan de Ahorro y Eficiencia Energética tampoco vaya a corregir este desvarío energético.